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11 dic 2009

El Nobel de la Paz a Obama, o el cinismo de las élites.


Durante la historia de estos galardones la polémica a la hora de la elección de los candidatos siempre ha estado cínicamente presente. Desde el primer premio concedido en 1906 a Theodore Roosevelt, el que ideó siendo Secretario de Estado de la Marina el hundimiento del “Maine” (Cuba 1898) que desencadenó la guerra entre EEUU y España, acabando por el que acaban de conceder al cínico de Obama hay una clara coincidencia en la mayoría de los premiados, a saber, que les otorgaron el premio por un gesto concreto que no se correspondía con el currículo de los premiados.

Vemos así como el Presidente Wilson fue galardonado por crear la Liga de Naciones (el antecedente de la ONU al que por cierto el gobierno de Norteamérica nunca se sumó) y por ayudar a redactar el Tratado de Versalles (el cual entre otros factores desembocó en la II Guerra mundial) si bien es cierto que cuando fue premiado en 1919 el comité que valora y certifica el premio no podía saber este segundo dato, no es menos cierto que si que tenían los datos de que Wilson fue un intervencionista en Latinoamérica ordenando invadir México (1914) Haití (1915) y República Dominicana (1916) con el fin de imponer gobiernos títeres. Se podría continuar con Anuar el Sadat que siendo presidente de Egipto provocó junto a Siria la guerra del Yom Kippur en 1973 y que fue galardonado en 1978 con el Nobel junto a Menajen Begin por los acuerdos de Camp David, siendo responsable tres años más tarde de la invasión de Líbano y de las matanzas de Sabra y Chatila perpetradas por Ariel Sharon. Shimon Peres le fue concedido el premio en 1994, en 1996 ordenó la operación “Uvas de la ira” contra el Líbano bombardeando indiscriminadamente a la población civil y destruyendo (a sabiendas) un centro de la ONU en Qana donde murieron 118 civiles. Y podríamos seguir con Al Gore premiado en 2007, cuando unos años antes firmó el Plan Colombia que incluía fumigaciones masivas de los cultivos de coca con unos herbicidas tóxicos para las personas y animales.



Que el comité que decide los premios Nobel está formado por una élite de cínicos que a lo que se dedican es al Juan Palomo (yo me lo guiso, yo me lo como) está más que demostrado, que muchos de los galardonados lo han sido por intereses que en nada tienen que ver con la defensa de la Paz, más claro todavía, pero si hay un punto más alto de cinismo en todo este despropósito solo acto para que se lo crean unos niños y con los ojos vendados, son los casos de Henry Kissinger y Obama.



Kissinger fue el mayor criminal de guerra con licencia para matar. Terrorista de Estado que apoyó la Operación Condor, impulsó los golpes de Estado en Argentina y Chile y sembró el terror en Sudamérica manteniendo a dictaduras títeres donde los ejecutados y desaparecidos se cuentan por muchos miles de sudamericanos. Pero parece que esto al comité de los Nobel no le resultaron motivos suficientes y en 1973 prestos a garantizar la ley y el orden pro-occidental le concedieron el galardón. Y por último tenemos al flamante cautivador Barack Obama (por oratoria y por mediático, pues sus prácticas no son muy diferentes a las de Bush, y visto lo visto, no me voy a explayar en enumerar sus renuncios de sus promesas) al cual se le ha concedido el premio según parece porque le tenemos que dar de antemano las gracias a que algún día acabará por imponer la paz. No se sabe cómo, ni donde, ni cuando, pero por lo que parece ese el reto que se ha impuesto el comité de los Nobel ante Obama, dado que hasta la fecha con los premios otorgados a tan insignes personajes la han cagado.



Yo que me he tragado la retrasmisión que han dado en directo del evento nuestra plural e imparcial TVE (en el 3/24 de Cataluña también lo ofrecían) no me podía creer lo que estaba escuchando de boca del títere de las empresas de armamento USA: “La Guerra a veces es necesaria” y más crédulo me quedé cuando las cámaras de televisión sacaba un plano del recinto enfocando las caras de los asistentes asintiendo con el gesto la última hijoputez del que algún bien pensante de izquierdas había apostado por que traería cambios importantes y no solo en su propio país, ilusos. El sistema imperialista norteamericano para subsistir y mantener esa desaforada ansia consumista de su clase media se basa en el expolio de las riquezas de los demás y para ello se tienen que inventar enemigos y excusas, y aunque sepan la mayoría de la población que son todo mentiras, muy pocos se cuestionaran nada, pues han hecho de la mentira una causa de vida, así como los gobiernos europeos y por desgracia una cada vez más apática sociedad, lo han hecho de la sumisión al imperio.

Dicen desde Noruega que van a intentar rebajar la cuantía de los premios (en la actualidad son de 1 millón de euros) yo les propongo algo más útil e higiénico que redundaría en sanear los cimientos morales y éticos en los que estamos instalados en la actualidad, que desaparezcan, es lo mejor.

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